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La alegría de seguir a Jesucristo

El padre Pablo García-Huidobro, lleva seis años acompañando a los diáconos de la zona norte, a continuación compartimos su testimonio como asesor.

Luego de haber servido en las parroquias Nuestra Señora del Olivo (Conchalí)  y San Alberto de Sicilia (Recoleta), el Padre Pablo García-Huidobro llegó a Nuestra Señora Del Carmen, El Salto. Allí es párroco desde abril de 2003 y entre sus servicios pastorales se encuentra su labor como asesor de los diáconos permanentes de la zona norte.

Ser asesor de los diáconos significa acompañarlos y apoyarlos en su servicio a la Iglesia y para ello es fundamental el trabajo formativo que realiza en la zona. El padre Pablo explica que para lograr un acompañamiento adecuado se reúnen todos los terceros lunes de cada mes para vivir una jornada de fraternidad y comunión. Cada encuentro comienza con la Eucaristía a las 19:00 horas y luego los diáconos y el sacerdote se reúnen para tener un espacio de formación en torno a algunas temáticas e intercambio de informaciones de la Arquidiócesis.

¿Cómo ha sido su experiencia trabajando con diáconos en la zona norte?

Ha sido positiva, yo voy con mucho gusto a acompañarlos, junto con sus esposas, a celebrar con ellos la Eucaristía, la fe, la alegría de seguir a Jesucristo en la Iglesia. He visto cómo en este tiempo se ha dado una mayor participación en las reuniones mensuales y una mayor comunión entre los diáconos. Lo que he percibido es que lo que más quieren es compartir contenidos eclesiales y experiencias de la vida cotidiana, a la luz de nuestro Señor Jesucristo, y que cada tema de exposición sea bien preparado. No a la improvisación.

¿Cómo se trabajan estos encuentros formativos?

He procurado que sean siempre positivos, en donde los diáconos se sientan alentados a seguir en su camino de servicio al Señor y el prójimo. Tenemos variados temas de formación bíblica, eclesial etc. que aterrizamos a la vida concreta y diaria de cada diácono. En ese sentido procuro que nuestros encuentros sean fundamentalmente fraternos. Tal como decía el Padre espiritual de Carlos de Focauld: “ Para convertir un alma a Dios, no es necesario predicarle muchos sermones, si no demostrarle que se la quiere”. Si con la gracia de Dios, vamos logrando aquello, avanzaremos mucho. Es tratar de vivir lo que se decía de las primeras comunidades cristianas: “ Miren cómo se aman”.   En comunión con las líneas pastorales de nuestros obispos y de Aparecida,  nuestro último encuentro fue en torno a la Lectio Divina. Juntos leímos, meditamos y oramos el Evangelio, fue muy hermoso. Ahora trabajando por zona y en decanatos, estamos viendo iniciativas para misionar, oor ej. En mi parroquia en el mes del Sagrado Corazón, pude entronizar decenas de hogares y ahora junto con los diáconos, pre diáconos, catequistas vamos a bendecir los puestos de trabajo en las ferias del sector parroquial.

¿Cómo se vive la Misión en el diaconado?

La misión del diácono está dentro de su parroquia y fuera de ella en su lugar de trabajo. Los diáconos no son una casta de privilegiados, sino deben ser siempre una humilde comunidad de servidores del Señor y el prójimo .Ellos como nosotros los sacerdotes debemos agradecer de rodillas la vocación que hemos recibido. La misión del diácono y de todo cristiano, debe partir de la oración, continuar en ella y terminar con la oración. El Padre Hurtado decía : “ La acción apostólica llega a ser dañina, cuando pierde el vínculo con la oración”. Profunda verdad, que nos sitúa a todos como humildes colaboradores de la gracia, y de la Obra de Dios. San Francisco de Sales tenía un pensamiento genial: “ La recompensa que recibiremos en el cielo, no depende del puesto que ocupemos aquí en la tierra, sino de la fidelidad con que sirvamos al Señor”. Por tanto, en la misión del diácono siempre la fidelidad, oración y misericordia. Jesús…es El Señor. Nosotros sólo somos humildes servidores del Señor. Quien transita por otro lado, se equivocó de camino. 

¿Qué Mensaje le gustaría compartir con los diáconos y las personas que se interesan por la vocación del diaconado?

A los diáconos les diría que permanentemente vuelvan al primer amor, es decir, aquella vez en que El Señor los llamó por su propio nombre, para mantener encendida la llama de la vocación. Que sean así hombres de oración, con un entrañable amor a la Eucaristía, a la Virgen María, al Papa, nuestros pastores, a los más pobres y marginados. Que desarrollen siempre la iniciativa pastoral. No quedarse “ aburguesado” en el propio metro cuadrado. Sino siempre tener una mirada amplia, positiva, de futuro. La vida es breve y muy pronto ante nosotros el misterio de la Eternidad. También que muestren al mundo la alegría de haber formado un hogar católico junto con sus esposas e hijos. Por último darle las gracias por su servicio pastoral y que sigan adelante con fe y confianza en El Señor.

 A las personas que tienen alguna inquietud vocacional, les digo que se sienten muchas veces ante el sagrario. Allí está Jesús. Allí El Señor les hablará al corazón. La vocación es un llamado interior. Necesitamos escuchar la voz interior del Amor, de Dios, que en Jesús te dice. “ Ven y sígueme”. En ese camino, con mucha libertad buscar un sacerdote o diacono experimentado, que lo ayuden a discernir la voluntad o querer del Señor.