Diácono Permanente

El Diácono
Diáconos Permanentes: Ministros y servidores de la Iglesia

Son las personas encargadas de animar a los cristianos en su propia vocación de servicio, tanto en el orden de la solidaridad como de la evangelización y que forman parte del personal consagrado.

El diácono tiene la misión de ser un colaborador en el ministerio del Obispo y del presbítero, un animador de las Comunidades Eclesiales de Base (capillas). Su carisma radica en animar a los cristianos en su propia vocación de servicio, tanto en el orden de la solidaridad como de la evangelización y edificación de la comunidad eclesial.

Los diáconos permanentes son, por lo general, hombres casados, que reciben este ministerio para colaborar con el Obispo en el quehacer pastoral y de evangelización de la Iglesia.

Este ministerio si bien tiene su origen en los primeros siglos de la Iglesia, fue restablecido en el Concilio Vaticano II (1962-1965), como un grado estable de la jerarquía eclesiástica. A partir de ese momento, se subraya el valor del servicio que presta el diácono. Asimismo, se responde a las exigencias pastorales actuales, como es la escasez de sacerdotes y la necesidad de una cercanía de éstos al pueblo fiel, y, finalmente, la Iglesia se enriquece con la ordenación, el compromiso estable y la función litúrgica de los diáconos.